Serin es una adolescente que ansía ser feliz, tener amigas, no ser pobre, encontrar a su hermana. No parece llevar una vida normal, sino más bien precaria en todos los sentidos: económicos y emocionales.
Descubre la tienda que abre al llover y, tras darle muchas vueltas, decide enviarles una carta contando su historia esperando ganar el pase que la permita entrar en la tienda y encontrar la felicidad. Cuando comprueba que la admiten, no se lo puede creer. Y hacia ella va el día que comienza la temporada de lluvias.
Issha será la gata (mágica, de ojos azules, comprende el lenguaje humano) que la acompañe en su aventura dentro del mundo mágico y extravagante de los dokebis.
En un primer momento, pensé que daría igual si la protagonista era una adolescente o una persona adulta ya que los problemas que pudieran llevarla a buscar la felicidad en un mundo totalmente desconocido podrían aplicarse a cualquiera. Esa no fue la causa de que me resultara una lectura aburrida. Supongo que desconocer el sentido de la "existencia" ficticia de los dokebis, no estar familiarizada con su aspecto y su "trabajo", hicieron que la novela me resultara pesada en su conjunto.
La conclusión a la que llego después de cerrar el libro es que la felicidad total y absoluta no existe, ni la vida perfecta. La felicidad son momentos y detalles, a veces pequeños e insignificantes. Por suerte, la humana Serin lo descubrió a tiempo.

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