El tesoro que Nora deberá encontrar es su padre, quien está pasando por una complicada etapa personal que le ha llevado a una depresión; y, ahora, ha desaparecido.
El gato que acompañará a Nora se llama Señor Lagata. Habla, al menos Nora le oye. Va a ser de gran ayuda ya que se puede convertirse en cosas modificando su aspecto, algo muy necesario en cualquier tipo de aventura en la que los dos protagonistas se enfrentarán a muchos peligros y malvados personajes.
Todo es fantasía y cosas imaginarias, absurdas, en El tesoro perdido de Nora. Además, la búsqueda se basa en el juego de tipo gimcana en el que los participantes (antes Nora y su padre; ahora Nora y el Señor Lagata) superan una serie de pruebas o retos con pistas que ayudan a ir avanzando hasta llegar a la etapa final.
Como se puede suponer viendo la portada, todas las ilustraciones tienen mucho colorido y son muy vistosas.
No hay ninguna duda al respecto de que el final será el feliz reencuentro de Nora y su padre. Pero, en el camino hasta conseguirlo, gato y niña se van a enfrentar a situaciones muy peligrosas y engañosas. El Señor Lagata jugará un papel muy importante en toda la aventura, muy entretenida, aunque algo angustiosa en ocasiones.
Lectura ideal para compartir tiempo en familia, especialmente en esta época del año en la que a tantos nos apetece quedarnos en casa el fin de semana. Y mucho mejor que pantallas, por supuesto.

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