En septiembre de 2020 leí Molly and the Cat Café. Lo había comprado hacía un año y no encontraba el momento de sentarme tranquilamente a leerlo. Además, me esperaba la segunda parte: Christmas at The Cat Café.
Pensé leerlos de seguido. No me preguntes qué sucedió porque no lo recuerdo. La segunda parte se quedó para leer este año, precisamente en Navidad, y aquí te lo voy a contar. Quería saber cómo les iría a ella y a su humana, Debbie, con la nueva idea de negocio.
En esta nueva aventura las cosas no pueden ir peor, excepto en el negocio que marcha viento en popa. La llegada inesperada de Linda, la hermana de Debbie, junto con su perrito Beau, pone patas arriba el hogar de Molly y sus gatitos. Y para complicar más las cosas, hay una nueva inquilina gatuna llamada Ming.
Cuando todo va mal pensamos que no puede empeorar. Pues vaya que sí, porque el gatito Eddie desaparece. Por mucho que lo buscan, pasan los días y nada se sabe de él, dejando a Molly muy inquieta y triste.
La preocupación de Molly por sus gatitos se puede extrapolar a una mamá humana. Cuando los hijos crecen, quieren vivir sus propias vidas y sus ideas no siempre concuerdan con lo que se esperaba. La preocupación por su futuro hace a las mamás estar en vilo. Molly deberá admitir que no siempre estarán con ella en la seguridad que el Café y la casa de Debbie les ofrece.
No solo los gatos tienen problemas, también los humanos van a tener lo suyo.
Lo curioso de las novelas es que sabemos que casi seguro habrá un final feliz, pero nos alarma cada cosa mala que les sucede a los personajes, así como nos alegra cuando todo va bien.
La gata Molly sigue siendo la narradora y, como dije en la entrada de la primera parte, si te incomoda que una gata te cuente una historia y entienda el lenguaje humano, piensa en ella como si fuera una amiga que te cuenta su vida.
No sé si alguien en España habrá leído a Melissa Daley o, después de leer nuestros comentarios positivos sobre sus obras, se animará a leer estas dos novelas en inglés. Y de ser así, tampoco sé si llegará a nuestro blog y nos dejará un comentario del tipo: "Molly es adorable". "Me encanta cómo nos cuenta sus vivencias". Tampoco sé si alguien en el Reino Unido nos conoce a nosotras y, por un casual, también a Molly.
En fin, decía Audrey Hepburn que creía en los milagros. Igual hay un milagro por ahí esperando por nosotras.
Sea como fuere, no dejes de leer las vivencias de la gata Molly. He visto que la primera parte se ha publicado también en alemán, italiano y francés.
Si quieres saber qué le sucede a esta gatita en la primera entrega Molly and The Cat Café, solo tienes que tocar en el título y te llevará a la entrada del blog.
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