Podré olvidar la fecha (no, porque está grabada en la foto), pero nunca las sensaciones de aquel día en el que, paseando por las calles de Gijón, vi Querido Tim en el escaparate de una librería que cerraba por jubilación.
Charlamos (la librera y yo; no Tim) sobre libros con gatos, de gatos, humanizados, o que sólo aparecían en las portadas; también de libros, en general; y un poco de nuestra vida lectora. Fue muy agradable; tanto, que al marcharme olvidé que había salido a caminar y me fui a tomar un café, lugar en el que tomé la foto.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Las 3 novelas que compré ese día quedaron olvidadas en la estantería, ocupando mi tiempo en otras historias gatunas.
Ahora, con toda esta historia del coronavirus COVID-19, ya no puedo ir a las bibliotecas en busca y captura de gatos escondidos en los libros. Antes, debo saber qué quiero, buscarlo en la web y llamar por teléfono a la biblioteca correspondiente para que me citen e ir a buscarlo. Así que he decidido dar tiempo al tiempo y leer los que tengo en casa, esperando que, en unos meses, ya podamos deambular por ellas de nuevo. No serán ni menos ni más importantes. Todos en los que aparezca un felino en su historia son valiosos.
Ahora vamos con la novela para adultos que nos ocupa: Querido Tim.
Timoteo es ya mayor, pero no ha querido abandonar su trabajo de dibujante de cómics. Jesusa le ayuda con la parte no creativa. Viene unas horas al día a despachar correo y esas cosas que tanto molestan a los artistas. Para él, Susa es como la nieta que no ha podido tener. Y en cuanto a las labores de la casa, Quiteria es la que se ocupa y preocupa por la salud y el bienestar de Timoteo.
Todo era rutinario hasta que Tim apareció, literalmente, caído del cielo, posándose grácil, aunque peligrosamente, sobre una rama de uno de los árboles del jardín. Y allí se quedó, en la casa del dibujante al que adoraba como si fuera su papá gato.
Nuestro humano, además de dibujar, también inventa historias. Timoteo se imaginó las vidas pasadas de Tim hasta que llegó a su hogar definitivo. Y, por pura casualidad, acertó en alguna de ellas. Por desgracia, la última les trajo a todos bastantes quebraderos de cabeza, aunque nada que no se pudiera solucionar con insistencia, lógica y un poco de humor.
No tengo ninguna duda al decir que vas a encariñarte con todos los personajes y, por supuesto, con Tim.
Es un relato tranquilo, con algún que otro sobresalto que no te dejará indiferente. De aburrida ya te adelanto que no tiene nada, aunque sí es necesaria una lectura lenta para su total disfrute.
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