Hay una tienda Tedi en Gijón. No es que pase por esa zona cada día, aunque sí de vez en cuando; pero nunca entré por diferentes razones: no tenía tiempo, no estaba abierta, no pensé que hubiera nada interesante, todo deben de ser cosas inútiles...
El viernes pasado salimos con la sobrina de 11 años y, después del cine, nos llevó a Tedi.
Ella no quería nada en especial, solo poder mirar todo sin la presencia de la autoridad: su madre. Supongo que ir con otros humanos podría ser lo más parecido a ir sola. Si a eso añadimos que no habíamos ido nunca, pues le hacía sentirse importante al ser la guía de un mundo conocido para ella y desconocido para sus acompañantes.
No pidió nada, pero dio por supuesto que le pagaríamos un soporte con celo que necesitaba para el cole. ¡Buena chica!
Yo me llevé el gato para coser, para hacer en una de esas tardes de sábado invernal, que todavía tenemos muchas por delante.
El otro humano se animó con una linterna pequeña, con la condición de tirar la que había en casa, que no funcionaba.
Sí, algunas cositas más llenaron la bolsa: un ovillo de lana de colores (lo que haga podrás verlo en el blog humano Silencios literarios), unas pinzas para cerrar las bolsas de comida, y unos pequeños maceteros: el mío, con semillas de girasol y el de la sobrina, con lilas. Ya están plantadas, iremos viendo a cuál de las dos se le da mejor cuidar flores.
Cuando termine el gato, vuelvo aquí y publico el resultado.
No olvidar que soy un tanto desastre para estas cosas y que, a pesar de que contiene todos los materiales necesarios y las marcas de costura ya están hechas, puede pasar de todo, incluso que pierda alguna pieza.
Resultado:
No me quedó bien, más bien pasable. En la foto no se aprecia, pero las puntadas son irregulares, cosí mal la cola y las orejas y mofletes no pegan bien... Al menos, lo he terminado.
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