Sin exagerar puedo decir que lo compré en 2018. Sí que recuerdo el mes (octubre) porque llevé un dinosaurio de la misma colección para regalárselo a mi sobrino por su cumpleaños.
Vergüenza me da admitir que no he sacado tiempo para hacerlo desde entonces, y eso que en 2020 permanecimos encerrados durante meses...
Ha tenido que ser este verano, durante un fin de semana, cerca de la Playa de La Cueva (Luarca) a donde fui por extrema necesidad de desconectar del mundo, por mi salud mental.
Cuando lo terminé, opté por dejarlo en la cabaña en lugar de traerlo a casa.
Nunca sabré si los dueños lo tiraron o algún inquilino decidió llevárselo.
Me queda la satisfacción de haber pasado un par de horas entre hacer fotos, recortar, ajustar hendiduras y terminarlo.
Tengo pendientes otros dos gatos: uno de fieltro para coser y otro para pintar al óleo. Espero animarme y hacerlos antes de que el planeta desaparezca por obra y desgracia de la humanidad y no de los gatos.
(Gata Rassel se quedó en su castillo, cuidada por su abuela humana)
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