Miss Daisy, la gata, es la que me llevó a leer Humo. De no ser porque la mencionan en la sinopsis, esta novela se habría quedado donde estaba, ni me habría fijado en ella.
¿Qué pinta una gata en un mundo aparentemente postapocalíptico? Pues no lo sé. Como tampoco sé qué hace allí la mujer y el niño, el hombre, un hombre, y unos humanos que se describen como enfermos.
La misma narradora no entiende cómo hay tantos perros salvajes y ningún gato, siendo estos últimos los que mejor se adaptarían al terreno y la situación. ¿Qué situación? ¿Una guerra? ¿Un virus? ¿En la ciudad o en el mundo?
En fin, que la gata Miss Daisy vive con ellos en la desvencijada cabaña, juega con el niño, pide comida. Lo típico de un gato. Percibo que ella ha sido utilizada en esta historia como se publicita un actor mundialmente conocido en una película y luego, a los cinco minutos de metraje o muere o desaparece y se va a hacer otras cosas a su vida real.
El resto. Pues empieza bien. Describe el paisaje con una prosa poética agradable, dentro de lo que cabe. Luego se va volviendo como conocida. Me recuerda a una película del oeste en la que una madre y su hijo se refugian en una cabaña a pasar el invierno y llega el protagonista, le dice que es suya y pasan cosas. Más adelante me recuerda a Stephen King cuando hace que un camión mate al niño en Cementerio de animales. Hay más. Y tantos símiles me hacen pensar en una recopilación de datos que luego meto en una novela corta, porque 200 páginas ya serían muchas.
La trama: mujer sola en un bosque intentando sobrevivir no sabemos muy bien a qué y siendo incongruente consigo misma: tan pronto quiere morir como luchar por seguir viva. Sí, esa absurda filosofía humana en la que nos aferramos a una vida sin sentido. Dice que lucha por el niño, pero muchas veces quiere que él desaparezca y quedarse sola para no tener esa responsabilidad sobre otro ser humano. Total, están condenados a morir. Pues claro, todos vamos a morir de una u otra forma.
Tal vez me ha pillado en un momento de desconfianza hacia seres humanos cercanos, decepcionada por su forma de actuar, cansada de haber leído tantos libros en mi ya larga vida y solo poder contar los verdaderamente buenos como se cuentan los amigos: con los dedos de las manos.
Igual tú no has cumplido los 35, no has visto nunca un western y ni siquiera conoces al rey del suspense y te gusta Humo. Me alegraré. Siempre digo que hay un libro para cada lector, y tantas opiniones como lectores.
Por lo menos ella consigue un final feliz: se queda sola y ya puede vagar a sus anchas por las montañas de Arizona. Y el mío es haberla leído en eBiblio Asturias, que no me ha costado nada, salvo la inversión de mis impuestos, que ya es mucho.
La carretera, novela galardonada con el premio Pulitzer 2007 y best seller literario del año en Estados Unidos, transcurre en la inmensidad del territorio norteamericano, un paisaje literalmente quemado por lo que parece haber sido un reciente holocausto nuclear.
En un mundo apocalíptico donde llueve ceniza, un hombre y un chico cruzan a pie el territorio norteamericano en dirección al sur.
El hambre es mucho más que una preocupación diaria: es la medida de todas las cosas, y las bandas de caníbales asolan el país convertido en un yermo donde solo la barbarie ha echado raíces.
El amor de un padre por su hijo es, sin embargo, la única luz de una tierra que ha perdido a sus dioses. Quizá el fuego de la civilización no se haya apagado para siempre.
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