Dentro de la obra de relatos titulada Solas y muertas, encuentro, sin esperarlo, uno de un gato.
Una mujer a la que nunca le ha gustado ningún ser vivo que no sea humano se ve obligada a convivir y cuidar de un gato negro que traen sus hijas.
Cuando el gato crece, se comporta de diferente forma dependiendo del momento del día y de quién esté en la casa.
En las ocasiones en que la familia está reunida, es gato gato: cariñoso, zalamero, no deja de ronronear y pedir caricias. Mientras que, al quedarse solo con la mujer, se parece más a un gato humano: sabe que ella no le aprecia, que le tiene miedo y desconfía de él, a pesar de que nunca la atacó; simplemente se aprovechaba de la debilidad de ella y de la superioridad de él para hacer y conseguir lo que quiere.
Es un relato muy interesante en el que se describe a un gato negro de gran personalidad y entendimiento del ser humano, especialista en la observación del mundo, chantajista emocional, egocéntrico y muy caprichoso. En ningún momento del relato se da a entender que es un gato malvado.
Me ha encantado descubrir este relato y, por supuesto, se ha quedado como mi preferido.
Si quieres saber un poco más sobre el libro en el que se incluye Solo era un gato, te invito a leer la entrada Solas y muertas en el blog humano Palabras con olor a coco.
"Aunque él no ha aprendido a hablar ni yo a maullar, nos comunicamos y eso me asusta".
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