Solo los gatos conocían la verdad. El caso de Colau el Piojos

Era un pueblo tranquilo, de esos en los que nunca sucede nada extraordinario. Entonces, una mañana del mes de julio de 2018, uno de los habitantes encuentra un cadáver en el canal que distribuye el agua por los campos.

El muerto se llamaba Nicolau Ninyerola. Era vecino del lugar y miembro de la policía.

La primera impresión fue que se había caído y ahogado. La segunda opción era el suicidio. Pero Melissa, Teniente de la Guardia Civil, no se lo creía. Conocía muy bien a Colau y no tenía ninguna duda de que aquello no era un accidente y, menos, un suicidio.

Por desavenencias con su jefe respecto al cierre del caso, es sancionada por un mes; así que se dispone a investigar por su cuenta para descubrir la verdad. Pep, su compañero en la Guardia Civil, tratará de ayudarla por compañerismo, amistad y, tal vez, algo más.

A la narración en presente, se le suman párrafos de un pasado cercano con acciones previas a la muerte de Colau; también pensamientos y conversaciones de infancia y juventud que nos aportan datos sobre los personajes principales y secundarios, de forma que somos capaces de imaginar su carácter. Y esto es así porque todos se conocen y han tenido, en algún momento de sus vidas, una relación de amistad.

Hay un par de temas que también se tratan de forma ligera, pero significativa. Uno político. Otro, histórico. No voy a entrar en ellos. El primero no es asunto que acostumbre a tratar. El segundo, porque la asignatura de Historia nunca ha sido mi fuerte. Sin embargo, me intrigan los datos que Pep le cuenta a Melissa, si serán ciertos o ficción. Los anotaré. Los buscaré en otro momento para saber qué de verídico tienen.

Merece una mención especial esa alusión a Asturias cuando Melissa prepara una cena para compartirla con Pep a la que lleva lubina a la sidra con almejas. Él propone comprar un vino. Ella lo rechaza haciendo ver que lo mejor para este menú es beber "sidra asturiana de una marca muy conocida". Y de postre... tarta de manzana. Todo un detalle que no sabré nunca por qué razón el autor lo incluyó en su obra ambientada en Valencia.

La novela negra no es uno de mis mundos literario preferidos; pero cuando hay gatos o alusiones a gatos, me dejo llevar y las leo. Con esta pequeña experiencia, me llama la atención que el personaje principal, sea hombre o mujer, con un cargo relevante en un cuerpo de seguridad (Policía Nacional, Guardia Civil o Ejército), siempre se le presenta como persona atormentada, con secretos inconfesables de los que se avergüenza, fuerte, luchador, pero al mismo tiempo con unas debilidades que le hacen vulnerable. ¿Será solo ficción? ¿Son así en la vida real? ¿Es por su trabajo? ¿Esto les hace parecer más humanos?

Después de estos 3 incisos, retomo la novela.

Me ha gustado, de verdad. En tan solo 98 páginas ha desarrollado la trama muy bien, sin apresurarse en el desenlace, y eso que hay varios frentes abiertos. He leído alguna de más de 200 páginas que no ha sabido hacer lo que J. V. Llàcer consiguió con Solo los gatos conocía la verdad: que disfrutara de una novela negra.

Y para terminar, si quieres saber qué verdad conocían los gatos, tendrás que leer la novela y sacar tus propias conclusiones.

 

Título: Solo los gatos conocían la verdad. El caso de Colau el Piojos

Autor: J. V. Llàcer (Valencia, 1981)

2018

Páginas: 98

 

 

 

Nota para el autor si en algún momento se encuentra con nuestro blog:

Hay alguna que otra falta de ortografía. No son muchas, pero es una pena encontrar errores en una obra tan corta y, en mi opinión, merecedora de recomendar.