Hace cosa de un mes, el otro humano trajo a casa este bolso gris que le habían regalado en el trabajo por una promoción de no sé qué cosa. El caso es que me encantó porque, casualidades de la vida, no tengo ningún bolso en este color.
Cuando se lo dije, me miró y me instó a que lo abriera."¡Anda, pero si es una merendola!", dije. "¡Pues me encanta y lo voy a utilizar como bolso! Ahora solo tengo que comprar un parche de esos que se pegan con la plancha para tapar la marca comercial y listo."
Y ahí me tienes a mí, haciendo una búsqueda por Amazon porque ya no quedan mercerías para comprar este tipo de productos y si queda alguna, no tengo ni la menor idea de dónde puede estar.
Buscando, buscando, me salen unos parches con gatos. Vienen 3 diferentes. Miro las medidas (es muy importante este detalle porque luego igual son o pequeños o grandes y hay que devolverlos con el consiguiente gasto de tiempo y desilusión) y me cuadran perfectamente con lo que quiero tapar en el bolso. Los pido. Cuando llegan, decidir cuál voy a poner es toda una odisea porque los 3 son preciosos.
En mi opinión, la merendola transformada en bolso ha quedado muy muy bien.
Los otros 2 parches gatunos irán, posiblemente, a otros bolsos que tengo de tipo tela vaquera que suelo adornar con pañuelos de cuello o con broches gatunos porque no tienen ningún adorno. O puede que los ponga en algún roto de un pantalón, o en una camiseta... ¡Ya veré y te lo cuento!
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