24/09/2021

Momoko y la gata Lala

La gata se llama Lala y, en esta novela, es gato gato. La mamá de Momoko se la regaló y la niña no se separa de ella, llegando a considerarla guardiana de sus secretos, su única amiga y confidente... hasta que conoció a Masayo.

¿Quién es la principal protagonista de este thriller psicológico? ¿Masayo, la joven aspirante a pintora o Momoko, la niña solitaria? ¿Tal vez Lala, la inocente gata blanca? Sin duda, Masayo y Momoko forman un tándem sobre el que gira la historia que hubiera sido totalmente diferente de no haber existido Lala o de no haber entrado Chinatsu en sus vidas.

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Suelo leer la sinopsis comercial y algo sobre la persona que hay tras la pluma o la tecla; sin embargo, en esta ocasión, no lo consideré necesario ya que portada y título me dejaban claro qué encontraría dentro. Me dejé llevar por el recuerdo de todas las novelas que he leído escritas por autores japoneses, siempre sosegadas o agitadas, en las que humanos y gatos se relacionan de una forma especial. ¡Qué equivocación tan grande!

Las primeras páginas auguraban una historia tranquila. La aparición de un gato callejero en la casa de Masayo no me dio ninguna pista de lo que me encontraría más adelante. El felino del presente hace que Masayo reviva los, supongo yo, 2 peores y más extraños años de su vida. Y de ello habló por primera vez con Yukiko, para contárselo más tarde al lector.

Cuando llegaba el desenlace de Cementerio de animales, sufrí un tremendo dolor de cabeza. Ciertas imágenes no dejaban de reproducirse en bucle en mi mente: las peores. No pensé en ningún momento que pintora, niña y gata pudieran llegar a causarme el mismo efecto.

Ahora, pasados un par de días, me pregunto si lo habría leído de haber sabido lo que sucedería. Tiempo perdido darle vueltas al asunto. Ayer ya no existe. Lo hecho, hecho está. Lo leí. No me arrepiento, pero me hubiera ayudado saber que había un toque "Stephen King" en Momoko y la gata.

Al margen de los horrendos acontecimientos, su autora, por boca de Masayo, nos describe un paisaje real y de cómo este cambia según las estaciones del año; del estilo de vida de las familias estadounidenses que se quedaron a vivir en Japón; de las sensaciones que causa estar enamorada por primera vez y no ser correspondida; de la soledad a cualquier edad; de la pobreza y los ricos; de problemas familiares; de las mentiras que llevan a más mentiras. Temas cotidianos que no pierden fuerza y crean una agradable atmósfera hasta que se entremezclan con el horror y el suspense, que podrían ser perfectamente pesadillas de Masayo y no sucesos reales; o eso quiero pensar yo para alejarlos de mi mente.

 

Título: Momoko y la gata
Autora: Mariko Koike (Nakano, Japón. 1952)
1990
Editorial Lumen
2020
Traducción: Gabriel Álvarez Martínez
Páginas: 176



Nota.
 
He visto comentarios aquí y allá de personas que renuncian a leer Momoko y la gata por el título y la portada, porque dicen no ser de gatos o de novelas con gatos. Eso solo demuestra el poco conocimiento que tienen de la literatura gatuna. Si les gustan las obras de suspense, deberían leer esta sin importarles qué animal viva en la historia. ¿Qué pasa, que si fuera un perro o un loro la aceptarían? En fin, ellos se lo pierden.

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