A muy temprana edad supe 2 cosas:
1) que me gustaba dibujar.
2) que no era una actividad para la que estuviera cualificada.
No perdí tiempo en ello. Por mucho que digan que la práctica te lleva a la perfección, en este arte yo tenía claro que todo ese tiempo debía dedicárselo a otra actividad para la que sí podría ser apta.
Recientemente me he animado a aprender un poco, como diversión, para ocupar tantas horas libres de las que, por suerte, dispongo. Incluso tengo una página en el blog que llamo "humano": Aprendo a dibujar.
Ver los gatos y humanos que dibuja Steinlen me reafirma en mi idea de que un dibujante, un pintor, nace y no se hace.
El que nace, puede aprender a mejorar su técnica de maestros, pero sus manos y su mente están preparadas para plasmar sobre papel, lienzo o paredes lo que ve o lo que se imagina.
Este libro es una obra para ver e imaginar una historia con cada página. A veces, es suficiente con eso.
En cada gato, bien en trazos, bien más definido, se puede comprobar que Steinlen conocía al animal y sus diferentes respuestas a los estímulos con los que se topa en la vida.
Ha merecido la pena comprarlo y que viva en nuestra biblioteca de papel.
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