El final me ha sorprendido mucho. Espero que, si te animas a leer Buscando el camino a casa, también lo consiga contigo. Fue totalmente inesperado. Que la tentación no te haga ir a leer las últimas páginas.
Tal y como nos cuenta su autora al principio, hay parte real y parte de ficción en esta novela muy gatuna y muy humana. Lo que está claro es que te vas a enamorar de Bolito, de su buen carácter, su entrega, su saber hacer, siempre en beneficio de todos esos humanos que lo acogieron sin reservas.
Todo comienza cuando un gatito busca el camino para llegar a la que considera su casa. En su viaje se encontrará con otras familias, con buenas personas. Ayudará a todas a mejorar sus vidas. A ser felices. Aunque tendrá que dejarlas, pues ese no es su sitio.
Cuando por fin llega a la que considera su verdadera casa, aún tendrá que vivir alguna que otra desventura. Luego, cuando queda demostrado que él pertenece a ese lugar, disfrutará de una vida larga y feliz en compañía de más felinos que aprenderán mucho de su experiencia de la vida: Spongy, Pinti, Soky, Norberto y Mily.
Con tantos gatitos, podrás comprobar cómo es bien cierto que cada uno tiene una
personalidad propia, unas preferencias bien definidas por lugares y
personas con las que jugar, a las que acariciar, y con las que dormir.
Es una historia un poco larga. Esa fue mi sensación. Se cuentan muchas cosas y muy detalladas, especialmente en lo que se refiere a manifestación de emociones.
Habrá momentos duros, muy tristes. Los vivirán intensamente tanto los humanos como los gatos. Así que solo ten paciencia y déjate llevar por la sabiduría felina. Disfruta de sus conversaciones.
Sé que personas muy sensibles sufrirán al leer algunas partes de Buscando el camino a casa. Será inevitable. Todo forma parte de la vida: los encuentros y las despedidas.
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