Pensaba que sería una novela romántica más, hasta que hubo un giro dramático de los acontecimientos y lo que parecía ser, no fue del todo.
La importancia del quince de febrero es una novela romántica, eso está claro; pero hay muchos más temas interesantes que le dan un toque, así como, diferente. ¿Quieres saber cuáles?
Pues está la psicología: conocimiento de uno mismo, aceptación, actuación, autoestima. Las nuevas tecnologías utilizadas para: 1) enviarnos publicidad personalizada tras un análisis de costumbres y 2) aplicación "original" para encontrar el amor, con todas sus mentiras y malos entendidos. La amistad que empieza de muchas maneras y se pierde, se reencuentra, se fortalece. Las relaciones familiares. Los miedos al enfrentarse a la creación de una empresa. Espionaje. Suspense. Una boda...
Eso sí, nunca falla: volvemos a encontrarnos con chica guapa, buenorra e inteligentísima. Necesita gafas, es muy despistada y se le da fatal conjuntar la ropa. Pequeños "defectillos" fácilmente salvables. Dos chicos guapos, guapísimos, cachas. Uno es el típico informático reservado. El otro es un atípico niño rico, con un toque aparentemente "diferente". Veamos, yo quiero encontrar una novela en la que no se describa a los personajes principales y que cada uno se los imagine como quiera. Que ya sé que en la literatura hay que poner un poco de fantasía, de nuestros sueños y eso, pero es que siempre, pero siempre, esté todo el mundo tan guapo de pasarela, cachas, tabletero de chocolate, con curvas sensuales, pelazo, ojazos, etc., es como cansino.
Y luego está Sigmund, el gato de angora gris que parece ser el único que sabe lo que quiere e, incluso, alguna vez, lo que le conviene a su humana; aunque esta no le hace ni caso cuando le da consejos en forma de bufidos, aun sabiendo que tal vez tenga razón.
La relación entre Sandra y Sigmund es como la de cualquiera de nosotros que vivimos con un gato: le hablamos, sabiendo que no nos entiende, deseando que en realidad sí.
Parece que queda bien que el gato de una psicóloga tenga el nombre de un psicólogo. La verdad es que le pega, igual porque es mejor profesional que ella.
Respecto a si te lo recomiendo o no, pues no sé qué decir. No me arrepiento de haberla comprado y leído. No es que haya aprendido muchas cosas y sé que no volveré a leerla. Es entretenida, pero no una obra maestra. Tiene momentos divertidos, algún que otro punto de reflexión. Supongo que para chicas menores de 35 puede que les resulte hasta educativa, con un punto de inspiración. Quizá alguna se borre de Tinder y similares en cuanto termine de leer lo que le pasó a Sandra.
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