Durante el primer mes de vida de gata Rassel, esas eran mis primeras palabras cuando los domingos llegaba a la finca de mi tío en la que ella nació: "¿Y dónde están los gatos?".
Las dos primeras semanas, la mamá, Rassel y sus dos hermanos, se guarecían de la lluvia en el esqueleto de una lavadora. Mi tío les ponía hierba seca todos los días cuando mamá gata salía de caza.
Pero el tercer domingo ya no estaban allí. Así que la pregunta pasó de ser alegre ilusión a preocupación y angustia. Se ve que no le convencían las visitas humanas y se llevó a los tres gatitos lejos de nosotros.
Lo que les pasó a las humanas de nuestra historia ¿Y dónde están los gatos? fue que un gato apareció un día en su puerta. La narradora pensaba que quería comida. Cuando se acercó a darle algo de jamón, él la guió hasta su compañera que estaba a punto de tener gatitos. Aunque ellas no eran muy gatunas, a nuestra cuentacuentos le gustó esta pareja tan bien avenida, así que compró alimento para gatos. Cada día venían a comer y se marchaban. Luego llegaron 4 preciosos gatitos y ocurrió una aventura angustiosa para la humana, pero con final feliz.
Las hermanas no tenían intención de domesticarlos; aunque les preocupaba que pudieran tener un accidente, les gustaba verles libres. La pareja y sus pequeñines se quedaron en el jardín por su voluntad o por la seguridad de tener garantizada comida y cobijo.
Otra historia que demuestra cómo los gatos eligen a los humanos, se meten en el corazón y resulta difícil no amarlos.
Me ha encantado lo que cuenta y cómo lo narra: cercano, sincero. Parece más un suceso real que inventado. Lo recomendaré leer a todo aquel que confíe en mis opiniones literarias.
Ya ves que en la portada pone "cuento infantil". ¡No puedo estar más en desacuerdo! Es un cuento para todas las edades. Los mayores van a disfrutar de su lectura tanto o más que los pequeños.
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