Sé que hay muchas, muchísimas personas a las que les gustan las novelas de Stephen King. Yo no soy una de ellas. No podía decirlo hasta que no leyera alguna, así que ahora que he conseguido con muchísimo esfuerzo llegar a la última página de Cementerio de animales, ya tengo claro que su miedo psicológico no es para mí.
Me gustan las novelas de intriga, investigación de robos y asesinatos tipo Agatha Christie y Arthur Conan Doyle. Pensé que podría con Stephen King, pero no fue así.
Evidentemente lo leí porque hay un gato. Se llama Winston Churchill. Pertenece a la hija de la familia protagonista, y todos le llaman Church. Muy apropiado, sí señor.
¿Qué pinta Church en la novela? Pues poca cosa. Es un gato y punto. ¿Será un elemento importante en la historia y el desenlace? Pues igual. Yo estuve intrigada durante un tiempo. No sabía si sería él o Smucky, el gato enterrado en el cementerio. Te dejo con la duda.
Todavía me quedan dos libros más del autor en los que hay felinos. Van a tener que esperar. Sufrir así, a lo tonto, me parece que con una vez al año es más que suficiente.
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