Estaba haciendo cola en la calle para entrar en la farmacia cuando llegó un señor con un carrito de la compra. Tenía rota una de las gomas de la mascarilla y, aunque la intentaba sujetar, se soltaba todo el tiempo. Lo vi realmente incómodo.
Abrí la mochila, saqué mi portadodo y le ofrecí un imperdible.
Lo miró como quien ve algo venido de otra galaxia.
- "¿Qué es esto?", me preguntó.
- "Un imperdible", le dije.
- "¿Y qué tengo que hacer?."
- "Pues lo abre, lo pincha en la goma, luego en la tela y lo cierra."
Su cara era una interrogación gigante. En otras circunstancias lo hubiera hecho yo; pero no están las cosas como para tocar la mascarilla de otros.
Le sugerí comprar una en la farmacia a la que claramente iba a entrar. Me contestó que tenía muchas en casa. Estaba claro que no quería gastar más dinero.
Mientras hablábamos, pensé en otra solución para que no se sintiera tan incómodo. Una goma del pelo. Siempre tengo una sin estrenar en el portatodo para cuando me pongo diadema o pinza y luego me molestan. Así que se la ofrecí.
También la miró con cara de extrañeza. Sabía lo que era, pero no tenía ni idea de cómo utilizarla en este caso.
- "Tiene que atar la goma rota de la mascarilla a la goma del pelo. Luego se coloca la goma del pelo en la oreja. Será un poco incómodo, pero servirá para que no se suelte."
Lo consiguió y me dio las gracias muy amablemente.
Y ahora pensarás que a qué viene toda esta historia.
Pues resulta que hace un par de días fui a comprar imperdibles más grandes por si volvía a encontrarme con una situación similar. Cuando fui a pagar, justo allí mismo, había una caja llena de tarjeteros con gatos diferentes. Por supuesto que no me resistí. Es más, necesitaba uno porque el que utilizo ya tiene algunas fundas rotas.
Pues nada, me fui con él. Será una cosa con gatos inanimados que me recordará esta historia sobre una mascarilla rota, un imperdible, una goma del pelo y un tarjetero gatuno.
El día de la aventura, cuando llegué a casa, metí una mascarilla de repuesto en una funda de plástico, otra nueva goma del pelo y, después de comprarlos, un par de imperdibles grandes. Nunca se sabe cuándo se van a necesitar algunas de estas insignificantes cosas.
Nota.-
La historia es real, al igual que los personajes. Yo soy yo misma; del otro señor desconozco su nombre, pero es el protagonista anónimo de un recuerdo y una experiencia que cualquiera de nosotros podría vivir. Así que, en previsión, te recomiendo llevar siempre una mascarilla de repuesto o algún accesorio con el que la puedas arreglar provisionalmente. No siempre te vas a encontrar con una Etel que lleva un montón de cosas útiles en su portatodo.
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