Por
mi parte, había comprado en noviembre dos libros: En la Calle Mayor, de
Virginia Gil Rodríguez, y Molly and the Cat Café, de Melissa Daley. Decidí no
leerlos y guardarlos para tener una pequeña ilusión con la que despertar
el día de Reyes.
En cuanto a Rassel, sé
que algunos pensarán que es una soberana tontería decir que Los Reyes
Magos les traen regalos a nuestros gatos. ¡No me importa ni lo más
mínimo!
Dudé
entre leer uno de cada vez. Al final decidí alternarlos leyendo 30 págimas al día de cada uno. Entre febrero y marzo los comentaré en el
blog.
Mientras
tanto, y para conocer nuestras historias semanales, nos puedes seguir
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En
esta casa no hay niños, pero sí una gata que llena mi corazón y mis
días. No la he humanizado, no es mi estilo. Sin embargo, es agradable
hacerle un regalo este día y el de su cumpleaños. A mí me satisface
verla olisquear algo nuevo, hacerlo suyo, jugar con ello, lanzarlo a lo
alto, morderlo y patearlo. Es una forma de satisfacer su instinto
cazador con nuevas piezas.
Por alguna extraña razón que desconozco, no le apasionan los juguetes que se supone son para los gatos. Pronto descubrí que sus preferidos eran los pequeños peluches humanos, básicamente porque se encariñó de mi delfín nada más llegar a casa (sigue siendo su favorito), luego de la vaca, el osito, el pez... En resumen, que cuando toca buscarle un nuevo juguete, voy directa a la sección de peluches para bebés. Allí fue donde encontré al pequeño unicornio.
¿Qué características debe tener? Pues básicamente lo más importante es que el tamaño sea como de un ratón, alargado para que lo pueda morder y lanzar al aire, además de patas y orejas en los que hincar los colmillos y zarandearlo hasta que el pobre muñeco quede inerte entre sus garras.
No permitamos que nadie nos quite la ilusión. ¡Miaumuac!
Por alguna extraña razón que desconozco, no le apasionan los juguetes que se supone son para los gatos. Pronto descubrí que sus preferidos eran los pequeños peluches humanos, básicamente porque se encariñó de mi delfín nada más llegar a casa (sigue siendo su favorito), luego de la vaca, el osito, el pez... En resumen, que cuando toca buscarle un nuevo juguete, voy directa a la sección de peluches para bebés. Allí fue donde encontré al pequeño unicornio.
¿Qué características debe tener? Pues básicamente lo más importante es que el tamaño sea como de un ratón, alargado para que lo pueda morder y lanzar al aire, además de patas y orejas en los que hincar los colmillos y zarandearlo hasta que el pobre muñeco quede inerte entre sus garras.
No permitamos que nadie nos quite la ilusión. ¡Miaumuac!
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