Era marzo. Eva está en Milán preparando la inauguración de su gastrotaberna cuando Italia (al igual que el resto de los países del mundo en 2020) encierra en sus casas a todos los humanos.
Deberá quedarse con Bettina, que vive en el bloque donde está la gastrotaberna, alejada de su hogar en la Maremma, de su hija y su marido, sus gatos, gallinas y otros animalillos con los que comparte espacio.
Cuando el encierro ya es efectivo y se desconoce su fin, Bettina le propone a Eva trasladarse al ático que compró para alquilar a turistas que ya no vendrán, por supuesto, y así poder tener más espacio y seguridad entre ellas. Eva se alegra de este cambio, pues Gato pasará con ella las noches ya que también este lugar está en el mismo bloque, dominio absoluto de Gato.
Gato había hecho su primera aparición en una visita anterior, el día en el que Eva dudaba si alquilar o no el local para montar el negocio y él, con su comportamiento, la ayudó a decidirse.
A Gato no le veían todos los humanos, por lo que Eva llegó a dudar de si era un gato o un fantasma. Gracias a que le había hecho una foto la primera vez que le vio, tenía confianza en que fuera un gato real, peculiar, pero de pelo natural.
Poco a poco comprueba que él decide a quién mostrarse, cuándo y durante cuánto tiempo. Y por lo que irás descubriendo en la historia, solo unas pocas personas son aceptadas en el círculo de Gato y todas tienen algo especial que contar, dentro de lo normal que pudieran ser sus vidas.
¿Se llevará Eva a Gato con ella a la Maremma cuando termine el confinamiento? ¿Querrá él dejar de ser gato libre callejero e irse a vivir al campo con otros gatos caseros?
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