El gato es el más romántico de los animales; su
alianza con el hombre está hecha tan sólo para poder ensoñar con comodidad, libre
de los absorbentes cuidados de ganar la vida y de defenderla. El perro da, en
cambio, su trabajo y se muestra siempre dispuesto a él, con celo impaciente. El
gato no. Si coge un ratón, es porque le distraen las peripecias de la caza;
pero a veces, cuando está sumido en fantasías cautivadoras, los deja pasar a su
lado sin molestarse en entreabrir los párpados. No admite dueños, sino
anfitriones, y por eso no sirven, sino que se dejan servir. Tan seguro está de
sus propias perfecciones, de la belleza de su piel, de la elegancia de todas
sus actitudes, que entiende pagar la máxima merced con su presencia; sabe que embellece
un hogar y que nunca, ocurra lo que ocurra, ni en el abandono del sueño ni en
la imprevisión de una caída, desagradará con una postura ridícula a quien lo
mire. Después, lo que le importa es soñar: Enroscado junto al fuego, o sobre el
más mullido mueble de la casa, o inmóvil en el alféizar de una ventana para
dejarse ver –más que para ver- del mundo exterior, imagina estupendas historias
y no gusta de que alguien le estorbe. Cuando todos duermen y son tan densas las
sombras que a un hombre le parece tropezar en ellas, sentirlas como cuajadas de
terciopelo los rincones que el misterio de la noche transforma. Pero es la luna
la que ejerce sobre él un poder irresistible. Siempre conoce él una rendija por
donde deslizar su flexible cuerpo y salir, cuando la luna alumbra líricamente
el mundo. Bajo la luz de la luna le place amar y aventurarse en excursiones
cuyo objeto nadie conoce más que él, y mirar todas las cosas maravillosas que
ocurren en un bosque en una noche lunada.
El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez
Estancia VI:
El clan de los gatos. El gato Morriña, aburrido de la comodidad del pazo donde vive, se fuga para encontrarse con una hermandad de gatos que reniegan de su domesticidad y se proclaman bestias salvajes y cazadoras, y para demostrar su naturaleza, planean un golpe sorprendente.
Estancia VI:
El clan de los gatos. El gato Morriña, aburrido de la comodidad del pazo donde vive, se fuga para encontrarse con una hermandad de gatos que reniegan de su domesticidad y se proclaman bestias salvajes y cazadoras, y para demostrar su naturaleza, planean un golpe sorprendente.
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