Cuando comencé la lectura, no tenía en la mente ningún plato que quisiera encontrar, como era intención de los personajes de Las deliciosas historias de la Taberna Kamogawa. Sin embargo, ya en la segunda historia, vinieron a mi mente no uno, sino varios:
- La tarta de la abuela que preparaba mi bisabuela Josefa.
- La sopa de fideos de mi abuela Teresa.
- Los dulces que cocinaba mi madre: bizcocho relleno de flan, rosquillas de anís, churros, buñuelos dulces y salados, canelones.
Por mucho que lo intento, no consigo el mismo resultado y sabor que ellas, razón por la que me identifico con todos los clientes que se acercaron a la Taberna Kamogawa.
Fue como si mis neuronas gustativas estuvieran dormidas y se despertaran a medida que avanzaba en la lectura y aparecían nuevos personajes requiriendo los servicios de Nagare y su hija Koishi.
Ya solo con esto, la novela se merece mi atención y, tal vez, también la vuestra.
En lo que respecta al gato atigrado Hirune, que es la razón principal por la que he leído Las deliciosas historias de la Taberna Kamogawa, pues poco puedo contar sobre él: aparentemente es un gato callejero que quiere entrar en la taberna, pero al que Nagare le impide el acceso una y otra vez porque considera que no es saludable tener un gato en un local en el que se cocina y se come.
Hirune siempre pasa a saludar a los clientes y parece tener un carácter muy sociable. Me apenaba pensar que vivía en la calle pudiendo estar calentito en la casa de Nagare y Koishi; sin embargo, más adelante, hay una frase de Koishi que me dejó ya un poco más tranquila y que no voy a desvelar por si te animas a leer esta novela que me inclino más a clasificar como de crecimiento personal novelado.
Cuando la descubrí y comenté aquí en el blog la sinopsis comercial, no me animé a comprarla porque no me convencía el tema de la comida japonesa, pensaba que no lo entendería y no tendría opción de degustarla, así que lo dejé como conocido por si algún día lo encontraba en una biblioteca pública. Así ha sido: hace unos días lo vi en el expositor.
Después de terminar su lectura, te lo recomiendo y te aseguro que te dejará un buen sabor de boca aunque en nuestros países tengamos otro tipo de alimentos y otra forma de cocinarlos.
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