Terminaba hace unos días una novela para adolescentes que no me había convencido lo suficiente para decir que me gustó y debía seguir con una maravillosa obra en inglés. Necesitaba un respiro entre ambas, algo "ligero" que no superficial. Había encontrado en eBiblio Asturias Cenicienta liberada hacía poco y como sabía que era una lectura corta de tiempo, me animé con ella.
No recuerdo haber leído ninguna versión del cuento de Cenicienta en el que hubiera gatos. Sin embargo, siempre me la imaginaba en la cocina rodeada de más de uno. Por eso, cuando vi la ilustración de Arthur Rackham, me apeteció que viviera en el blog de gata Rassel.
Si nos conoces sabrás que hemos compartido libros sin gatos en más de una ocasión, a veces con una pequeña mención, otras solo en la portada. No es raro, pues, que Cenicienta liberada se incluya en nuestra lista solo por un dibujo y la imaginación de quien escribe aquí.
Ha resultado ser agradable que alguien se encargara de darle un giro a la historia, de actualizarla.
Yo misma, en mi infancia, me preguntaba qué sentido tenían esos finales felices comiendo perdices en los que la protagonista se casaba con un príncipe. Por ninguna parte se decía a qué quería ella dedicar su vida. Todos aquellos cuentos que nadie me leyó por las noches y yo leía sola por las tardes, se me antojaban incompletos, no solo porque las mujeres no aspirasen nada más que a encontrar un joven con títulos y dinero que las desposara, sino también que ellos no sabían nada más que ser hijos de reyes, aunque siempre con buen carácter y buenas intenciones.
En la vida real nada es como se nos contó. Y, aunque está bien soñar de niños, yo siempre he preferido la verdad de la cruda realidad a la falsa ilusión de los cuentos. Otra cosa son las lecturas de adultos en las que buscamos evadirnos de la rutina, el aburrimiento, o nuestra triste vida.
Cenicienta liberada me aporta hoy lo que hubiera querido leer de niña. Aunque, he de añadir, hay alguna que otra cosa que no me convence en absoluto. Comentaré solo una: que Cenicienta no tenga que luchar por conseguir montar su negocio de pastelería ya que se lo dan todo hecho. Y eso, también es soñar con un final feliz que no siempre se consigue en el mundo real.
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