30/03/2024

Objetos perdidos

Ayer. Un típico domingo del verano asturiano: nublado, cálido, un mar sin olas, las nubes amenazando con una fina lluvia que no llega.

Paseando por la playa, vi una hamaca apoyada en la pared y una camiseta colgada en el pasamanos. Pensé si alguien volvería más tarde a buscarlos ya que, de lo contrario, acabarían en la sala de Objetos perdidos durante el tiempo estipulado hasta que fueran destruidos si nadie los reclamaba.

Al llegar a casa, viendo las fotos que había hecho, de repente, caí en la cuenta de lo que estaba haciendo hace justo 40 años.

objetos-perdidos

En julio de 1981 me encontraba de vacaciones con la familia en una casa, cerca de Mansilla de las Mulas, en León.

Había suspendido la asignatura de Historia. Solo estudié para la primera evaluación. Un 4 saqué. Cerré aquel odioso y enorme libro y no volví a abrirlo hasta ese mes.

No superar el examen de recuperación en septiembre, supondría desvincularme de todos mis amigos y compañeros, aquellos a los que conocí y con los que compartí aula desde sexto de E.G.B. Ellos irían a la Universidad y yo, de nuevo al Instituto. Eso pensé entonces. ¡Ilusa!

Saber que no podría estudiar Periodismo en Madrid y que debía conformarme con Filología Inglesa en Oviedo no ayudaba mucho a motivarme. Aun así, decidí aprender de memoria las dos guerras mundiales.

Cada tarde, subía a mi habitación y, frente a la ventana abierta con vistas al jardín, escribía fechas, nombres y demás datos con la esperanza de que alguna de ellas me tocara en el examen. Así sucedió: la I Guerra Mundial fue la elegida por el profesor y la II, en la Selectividad.

Recuerdo con alegría diluida en el tiempo aquella tarde de exámenes. Todos habían aprobado en junio y los más cercanos, me estaban esperando a la entrada del Instituto de Langreo en el que se celebraban las pruebas de septiembre de acceso a la Universidad. Aquel fue el penúltimo día que pasamos juntos. Hubo otro ese mismo mes, un sábado, en Oviedo. Luego, poco a poco, nos fuimos convirtiendo en objetos perdidos.

¿Qué habrá sido de ellos y de ellas? Yo sé algo insignificante de pocos.

¿Pensarán alguna vez en los viejos tiempos? Yo creo que demasiadas veces regreso al pasado.

¿Se acordarán de mi nombre? Yo es que no los recuerdo todos; me vienen a la memoria las fue fueron mis amigas de instituto durante 4 años: Georgina y Amparo; Victoria. Y los chicos: Rufi, Tomás, Juan Luis, Manolo, Oscar, Víctor. No está mal 9 de 16. Estos fueron los que compartimos la rama de Letras. Había más, los que nos conocimos a los 12 años en 6º de E.G.B. y nos pasaban de aula juntos año tras año hasta C.O.U.: las mellizas María Amor y Presentina, Ana Rosa, Luis, Marce, Adolfo, Padilla,... Consigo ver más caras en sus sillas, pero no encuentro las neuronas que almacenan sus nombres.

¿Cumplirían sus sueños? Yo no he visto cumplidos ni la cuarta parte de los míos.

 

Texto: Etel García

Foto: Etel García (Gijón, Playa San Lorenzo, 25 de julio de 2021)

Nota: Los nombres son reales ya que mi intención al escribir este relato es tener aunque solo sea una pequeña posibilidad de que alguien lo lea, se reconozca y escriba un comentario en el blog...

¡Suerte!



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